sábado, 25 de enero de 2014

Pensando en el SAS





Pensando en el SAS


      Mi opinión sobre lo que ha estado pasando en el Servicio Andaluz de Salud en los últimos años es conocida, basta releer algunos de mis post y se podrán hacer una idea de ella. No es precisamente una buena opinión.

    Parece que han llegado tiempos de cambio. Llega un nuevo Director Gerente al que creo que conozco por su discreción, su seriedad, su buen hacer como gestor y le supongo, por su trayectoria, un conocimiento muy importante de la organización, de los hospitales públicos y también de la Atención Primaria de Salud. Con ese bagaje sería un despropósito por mi parte intentar exponer en este breve texto los problemas de la sanidad andaluza, creo que los conoce muy bien. Por eso tampoco creo útil entrar en pormenores de lo que creo piensan los profesionales porque no haría otra cosa que redactar una lista de reivindicaciones como las muchas otras que tendrá encima de su mesa cuando se siente en su nuevo despacho. Solo me gustaría pensar en voz alta sin que se entienda que pretendo, desde mi humilde posición de médico de familia, dar consejos a nadie.

    Es posible que muchos de mis lectores y compañeros crean que soy demasiado blando, que no pienso hoy en problemas laborales, que no hablo de bajadas de sueldo, que no digo nada sobre como se aplica en Andalucía el incremento de jornada laboral, que no abordo el tema de la constante disminución de recursos, de sustituciones, de la forma de abordar la demanda asistencial, de la poca capacidad de gestión de las unidades, de la simpleza e inutilidad de muchos de los objetivos que se nos plantean, de la precariedad laboral de mis compañeros eventuales, del trato a mis compañeros en formación, de la cada vez menor importancia que se le da a la docencia etc. etc. etc. Quiero centrarme en otros aspectos, en aquellas cosas que creo que hay que abordar incluso mas urgentemente que todo lo anterior, en los asuntos que me parecen mas importantes para recuperar una cultura organizacional que se ha perdido y que debe ser la gran fortaleza del sistema.

    Pienso en primer lugar en muchos de mis compañeros, buenos profesionales, que se han sentido engañados, que están desencantados, desmotivados y preocupados por el progresivo deterioro de las condiciones en las que tienen que atender a sus pacientes, que han perdido las ganas de acudir a sus centros de trabajo, que se ven desbordados por sacar adelante su tarea sin perder su salud o su dignidad y que desean, dejando a un lado sus problemas laborales, que esta situación cambie aunque en las condiciones actuales sólo se pueda comenzar con un nuevo talante.

    Creo que la organización tiene la necesidad de recuperar a muchos profesionales prestigiados por su trayectoria y por sus compañeros que han estado dirigiendo unidades y que, ante esta forma de gestión cuando menos polémica, han ido dimitiendo por dignidad profesional y personal, hartos de órdenes contradictorias, de mutilaciones constantes de la capacidad de gestión y de recibir muchas veces respuestas parecidas a "esto es lo que hay", "yo no soy, esto viene de arriba" o "no lo puedo dar por escrito pero hay que hacerlo". Esto insulta la inteligencia de personas que, en muchos casos, ya peinan canas. Pienso, por cercanía y como ejemplo, en la que fue directora de mi unidad y en otros exdirectores de unidades de gestión clínica de mi Distrito (Sevilla) caracterizados siempre por su honradez y por saber hacer bien las cosas, creando a su alrededor equipos competentes y eficaces. 

    Aunque siempre es importante, me parece mas necesario que nunca hablar, explicar, no cansarse de comunicar, cambiar la cultura del ordeno y mando por otra mas ligada al diálogo y la negociación. Los profesionales pueden ser mas o menos buenos (ese complejo problema requiere soluciones complejas) pero no se pueden clasificar en amigos o enemigos; esto ha sido un gran error que traerá consecuencias. Por eso creo urgente abrir las puertas y las ventanas de los despachos de gerentes que llevan mucho tiempo encerrados. Es posible que algunos se encuentren en estado cuasi cadavérico y el "mando" de sus centros lo hayan ido tomado los "jefecillos" de segunda fila que, sin norte ni guía, siguen dando palos de ciego por doquier. Otros estarán tan cegados a la luz exterior que seguirán dando órdenes "indiscutibles" como si los profesionales a los que deben dirigir fueran soldados de un ejercito invasor. Ya no sirven, nadie les curará sus males y, lo que es mas importante, nadie les restaurará la credibilidad que han perdido.

    A muchos profesionales nos da la sensación de que, en ausencia de grandes estrategias, quienes marcan el camino son las agencias externas al organismo. Para asuntos concretos pueden suponer un apoyo a las estrategias de gestión pero no pueden ser las que condicionen el día a día de las unidades dando la apariencia de que únicamente dentro de ellas hay "vida inteligente" pero con un desconocimiento tan brutal de la realidad que ocasionan a veces situaciones esperpénticas y ridículas que desmotivan aun mas a todos. Esta sensación merma la credibilidad de las personas y unidades desde donde de verdad deben emanar las políticas, las grandes estrategias y la toma de decisiones, en definitiva desde donde debe surgir y notarse el liderazgo. Las herramientas son medios, no fines en si mismas.

    En la Administración Pública hay algo básico: el Boletín Oficial. Siempre he creído que no es un corsé (algunos dirigentes parece que le tengan alergia por esta creencia) sino que, si se utiliza convenientemente, debe ser el instrumento que permita marcar las reglas de juego y un medio muy importante de comunicación. Digo "reglas del juego" en el sentido que Jean Baudrillard le da en su libro "De la Seducción" en contraposición al concepto de Ley, porque es cierto que en organizaciones complejas la regla (como en el juego) está por encima incluso de la ley y muchas veces sobrevive a los cambios que esta plantea. No se puede gobernar una organización tan compleja con directrices verbales; no se pueden cambiar las cosas sin reglas que hagan que los trabajadores sepan donde se están moviendo; no se puede jugar a estar dirigiendo una empresa privada porque incluso en estas, y a pesar de la reforma laboral, existen normas escritas, en definitiva, no se puede jugar sin reglas de juego. Si no hay normas ni reglas, los que acaban marcando el camino son los Tribunales de Justicia.


   Por último, y con la que está cayendo, personalmente huiría como de la peste de las políticas basadas en la imagen personal y la propaganda institucional (ya tenemos experiencia de esto en los últimos años). Hoy por hoy no hay nada que produzca mas urticaria en los profesionales que día tras día están sufriendo en sus carnes las consecuencias de la crisis económica y la gestión derivada de la misma. La claridad en el planteamiento de las situaciones, la transparencia en la gestión y la humildad suficiente que permita a "todos" conocer las debilidades y amenazas que tiene el sistema deben ser las banderas que hay que enarbolar en nuestro futuro inmediato como organización que es de todos y para todos.