domingo, 3 de mayo de 2015

La destrucción de un Equipo de Atención Primaria




Dá pena asistir a la destrucción de Equipos de Atención Primaria formados durante años de trabajo y con, hasta ahora, muy buenos resultados, y da rabia comprobar como eso se produce ante la pasividad de los gestores que se supone que deben fomentar lo contrario, sobre todo si estamos en lo que creo que estamos todos: defender un servicio público y no debilitarlo.

Como siempre muchas cosas pasan porque existen personas que quieren que pasen, que confunden dignidad con soberbia, que no saben (ni de lejos) lo que es liderar ni gestionar ni aglutinar esfuerzos, que entienden el trabajo como una suma de tareas y no tienen una visión estratégica del mismo, que no comparten la visión de la empresa en la que trabajan y, por eso, anteponen su supervivencia como jefes a los objetivos generales, incluido uno de los fundamentales: cohesionar a los profesionales. 

Hace unos días cayó en mis manos una entrada en el blog Desayuno Digital que refleja casi con exactitud lo que intento describir. "Jefecillos" y "gestorcillos" que sienten que su éxito es lo que a los ojos de todos los demás no es otra cosa que su gran fracaso y el desprestigio de la Institución en la que todos trabajamos. 

Estos "personajes" no crecen por azar, se instalan en un sistema, como el SAS, donde poco a poco se ha ido perdiendo la cultura organizacional, donde las "reglas del juego" se han ido desdibujando, donde los directivos han acabado escondidos en sus despachos porque no saben donde están pero siguen queriendo mantener su puesto, donde el descontento entre los profesionales no tiene precedentes y donde, poco a poco, se contribuye a laminar el sistema sanitario público.

La entrada la firma Pablo Emilio Cantor (@PabloCantor)  y la transcribo integramente:


"Si tu ambición consiste en convertirte en un líder omnímodo, un equipo de alto desempeño es el peor enemigo de tu poder, porque allí los valores de los individuos se potencian, cosa que no te conviene si quieres que la organización te considere indispensable.
Tú eres el jefe y el único que tiene derecho a sobresalir, tu personal no es más que un conjunto de fichas que utilizas para alcanzar tus objetivos y te debe importar un bledo su carrera y su bienestar, a menos que te sirva para manejar una situación puntual en tu propio beneficio. Egoísmo puro, pues, que a ti nadie te ha regalado nada y siempre te ha costado todo. Así que si llegas a obtener algún poder, poténcialo con los siguientes apuntes, que no tienen desperdicio:

1. El único propósito claro que debe tener el grupo de trabajo, es que debe hacer lo que tú dices. Debes criticar y sancionar toda iniciativa y si es con la excusa típica de que pasan por encima de tu autoridad, mucho mejor. 
2. Debes cortar todos los circuitos de comunicación dentro del equipo y de éste hacia afuera. Debes proporcionarle sólo la información suficiente para asegurar que se logren tus objetivos. Así no podrán adoptar decisiones correctas, por miedo a provocar tu malestar y siempre sentirán dudas respecto a qué deben hacer, cuándo, cómo y por qué.
3. Debes expresar siempre tu voluntad de aprender de los demás, pero nunca practicarla. De hecho, no cumplir con lo que predicas será siempre una fuente de malestar, que desmotivará a tu equipo y evitará que se aprendan nuevas técnicas o métodos para ser aplicados en el trabajo. 
4. El intercambio de ideas puede ser nefasto para tu liderazgo, trata de dividir el grupo para que los trabajadores se sientan parte de una parcela y no como miembros de un equipo. Una forma eficiente de hacer esto, es favorecer a dos o tres de ellos con tu aparente confianza, reúnete siempre con las mismas personas para compartir información privilegiada y permíteles participación en algunas decisiones, dejando a un lado a los demás. Eso influirá para que el resto del personal se sienta relegado y desmoralizado. 
5. Debes procurar que la energía del equipo se oriente a la búsqueda de culpables y no a la solución de problemas. Esto crea un ambiente de temor que contribuye a que el personal evada responsabilidades y destruye cualquier intentona de originalidad y de cualquier demostración de talento que menoscabe tu liderazgo, recuerda que tú eres el único que sabe, el único valioso, el único que debe sobresalir.
6. Involucra a los miembros del equipo en las soluciones de los problemas, solamente cuándo éstos perjudiquen tu posición en la empresa, de otra forma incluye nada más a tu grupo particular, para ganarte los aplausos. 
7. Se debe mantener siempre el status quo, a menos que un cambio sirva para tu beneficio personal. Innovar no es bueno, a menos que sirva para que logres tus objetivos. 
8. Tu compromiso debe ser siempre contigo y con tus ideas, nunca con la empresa y mucho menos con tu personal. 
Esperemos que estas recomendaciones te sean útiles para lograr tus ambiciones, aún a costa del bienestar de tus trabajadores y de la institución a la que te debas." 


Cuando, conociéndolas, se dejan pudrir situaciones como la descrita, el daño ya está hecho, y sobre los que podrían haberlo evitado y no han actuado con prontitud ni diligencia recae la responsabilidad de las consecuencias. 

Parece que ante casos  como estos, nuestros gestores tienen otras prioridades antes que evitar que se destruyan equipos de trabajo contribuyendo a contradecir lo que los políticos predican: que potenciar la Atención Primaria es su objetivo fundamental . Así nos va.

Y para los amantes de las citas, termino con un proverbio árabe:


"Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego"