jueves, 19 de julio de 2012

La tristeza del colaborador necesario


"Eso me hizo sentir que la dimisión por principios y como cuestión de honor era buena para nuestro sistema democrático".
                                                                                         


La sanidad andaluza está en horas bajas, el hasta ahora sistema perfecto, envidia del mundo, se está viniendo abajo en poco tiempo porque ni siquiera sus propios gestores saben defenderlo de los ataques a los que está siendo sometido.

Políticas basadas en la propaganda y en las fotos al lado de los profesionales que marcan hitos mientras calladamente se recortaba y recortaba por la base no podían mantenerse mucho tiempo. Si además se cometen errores tan garrafales como quemar las banderas que se habían enarbolado (lease gestión clínica) y se arremete brutalmente contra los profesionales con recortes propios escudándose en los que hacen otros y sin ninguna explicación añadida, el "pastel está servido".

Pero todo esto no lo hace sólo un partido o un gobierno, ni siquiera la cúpula de un servicio regional de salud como el SAS. Existen muchos cargos intermedios que siguen pretendiendo "ir de coleguillas" jugando el doble papel de ejecutar todo aquello que en privado rechazan y no dando la cara de forma acorde con el cargo que ocupan pretendiendo acaso salvarse de la quema manteniendo su estatus (?). 

Estos son los peores porque contribuyen a la desinformación de todos, porque con su política de tirar la piedra y esconder la mano están provocando que la crispación de los profesionales aumente cada día, porque en aras a un mal pretendido consenso acaban por no tomar decisiones y mantienen sus barcos al pairo esperando no se sabe bien que, porque no se atreven a firmar ni un papel y solo utilizan los "archivos adjuntos", sin fechas ni autores, como herramientas de comunicación y porque su discurso se ha hecho ininteligible, defendiendo instrumentos prescindibles que confunden con las grandes estrategias que son las que deben dar sentido a un sistema de salud.
Me dan pena estos directores, gerentes, coordinadores.... que dicen defender el sistema público cuando están contribuyendo a su destrucción. Los ves por la calle o te los encuentras en algún establecimiento público y empiezan a mirar para otro lado o te saludan con frases hechas cuando hasta hace poco tiempo era otra cosa. Están siempre a la defensiva y ante cualquier pregunta te saltan con una retahila de explicaciones que no les has pedido; denotan que están incómodos en su situación e intentan hacerte complice de la misma.

Entiendo que estamos en un momento muy difícil,  como nunca hemos vivido algunos que ya peinamos canas, pero aun en estos momentos hay que ser coherentes por encima de todo. Si se está es porque se está de acuerdo con lo que se está haciendo y en ese caso hay que dar la cara, explicar las cosas desde ese acuerdo y dirigir (sí dirigir, no contemporizar) aunque tengas que enfrentarte a los profesionales descontentos que somos la mayoría. Si por el contrario se está incómodo, no se está de acuerdo con las decisiones que se adoptan y no se comulga con las políticas que se están implementando hay que anteponer ante todo la dignidad de la dimisión al papel de colaborador necesario que muchos están adoptando y que va a terminar por marcarles para siempre. El propio servicio público y la democracia se los agradecerán





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